En momentos dificiles se visibilizan los verdaderos valores de las personas y las empresas.. ¿Estamos, a través de esta nueva pandemia, experimentando un nuevo nivel de colaboración y comunidad? Por lo pronto, sepan todos, que pueden contar conmigo y toda la comunidad de Seeds | Talent Hub si en algo podemos aportar!
“Ja, qué ingenuos, ustedes, que creían que podían controlarlo todo. Qué ingenuos ustedes, que pensaban que eran invencibles y que la muerte jamás los alcanzaría. Qué ingenuos y qué egoístas ustedes que pensaban que la vida y la muerte eran cuestión de clase. Qué ingenuos y que básicos fueron en pensar que la economía era más importante que la salud, que los mercados ponían las reglas y que el objetivo era competir. Que ingenuos fueron y qué arrogantes”
Imagino al virus, el “coronavirus”, invisible pero real, parado en el medio de un Time Square desolado, diciendo esas palabras al pueblo, al mundo.
Así, de un momento al otro, como sucede la muerte y la vida, el mundo entero se detuvo para rendirse a los pies de un “enemigo” jamás pensado (al menos no por la gran mayoría de nosotros). Y en cuestión de horas, un microorganismo sin vida se paró delante de las armas nucleares, del poder de los mercados y de la fuerza de las milicias y echó a reír.
Cuesta creerlo, cuesta encontrarle el sentido y mucho más cuesta la explicación. Lo cierto, es que eso ya no importa porque la realidad es una: en Marzo de 2020 (si, escuchaste bien, 2020), un virus puso en vilo a toda la humanidad y nos dejó desnudos, frente al espejo de nuestras propias falencias.
“Qué ingenuo y qué arrogante fui”, pienso ahora. Alguna vez había imaginado que este tipo de cosas podían pasar, pero evidentemente, entre imaginar y vivir hay un trecho muy grande. Así, como si nada, esta película de ciencia ficción se volvió muy real, tan real que no termino de creerlo.
Obligado por situación al confinamiento, no puedo escapar de la reflexión. Me pregunto cosas, experimento miedo, aburrimiento, calma y diversión. Todo al mismo tiempo. Ya es imposible alejarme de mi, el tiempo se hizo infinito y las reflexiones simplemente brotan. Me entrego y descubro, mirando muy adentro (quizás cerca de donde se posaría el virus para crecer) que este momento también me está trayendo algunas lindas sensaciones.
Pero.. ¿Por qué siento eso? Entre culpa y curiosidad, lo analizo.
La realidad, es que durante las últimas dos semanas, he visto la mayor cantidad de noticias sobre muertos, infectados y medidas restrictivas que vi en mi vida. Los noticieros se llenan de números e imágenes atemorizantes. Y no los culpo, es una realidad y por eso debemos tomar las medidas que tomamos.
La gravedad del asunto, por su lado, forzó que se viralicen dos valores que hace un tiempo teníamos un poco olvidados: la colaboración y la comunidad. Y, al parecer, vinieron para quitarle la corona a su enemigo.
Con la tecnología como nuestro aliado principal, las personas comenzamos a ofrecernos ayuda y colaborar, para lo que sea. Vimos a Chris Martin dar un recital virtual, a terapeutas ofrecer videoconsultas gratuitas y a comediantes ofreciendo verdaderos stand-up en vivo para todos.
Notoriamente, esta sensación impulsada en las personas, se reflejó en las empresas que comenzaron a ponerse a disposición de la situación: Facebook lanzó un plan de apoyo económico (100 MM de dólares) a comercios afectados por la crisis, Louis Vuitton dispuso su planta para poder producir (y regalar) alcohol en gel y algunas empresas digitales como Basecamp apoyaron a quienes hacen su cuarentena disponibilizado su contenido online.
Evidentemente, algo más está creciendo con esta pandemia..
¿Está mal, entonces, alegrarme por eso? Y no me malinterpreten, esto no quiere decir que me guste la situación, solo quiere decir, que esta situación está sacando lo mejor de nosotros (al menos, eso quiero ver). La adversidad nos unió y las cosas cambiaron, un poco.
Ya no es aplaudido quien se lleva todo el papel higiénico o quién se “stockea” de alcohol en gel, porque entendimos, al parecer, que un sistema sano, es un sistema donde todos estemos higienizados. No queremos acumular, queremos distribuir. ¿Acaso estamos aprendiendo acerca de tener empatía?
En este contexto, las diferencias de pensamiento, ideología, etnia o nación son anticuadas, ineficientes. No tenemos espacio para discutir diferencias, simplemente trabajamos juntos, codo a codo. Peronistas, radicales, demócratas, comunistas y liberales, todos luchando por una causa común. ¿Acaso estaremos aprendiendo a aceptar al otro y a comenzar a hablar de “nosotros”?
Veo las redes sociales y no puedo dejar de admirarme y alegrarme al ver millones de personas jóvenes (si, estos mismos millennials que fuimos muchas veces criticados por nuestra supuesta falta de compromiso) postergando sus actividades, sus vidas y sus negocios en pos de cuidar a otra supuesta “población de riesgo”. Después de todo, no queremos sentirnos héroes, simplemente sabemos que es exactamente lo mismo que nuestros padres hubiesen hecho por nosotros. ¿No es esto acaso una muestra de gratitud?
Estamos viviendo un momento difícil. Por eso, quiero aprovechar este espacio para mostrar mi agradecimiento con todas y cada una de las personas y empresas que hoy estamos asumiendo la responsabilidad de actuar y de volvernos más humanos.
No sabemos cuándo ni cómo va a terminar esto, lo que sí sabemos, es que al cabo de todo este proceso, al menos, unas muy lindas enseñanzas habrán quedado.
A la sociedad en su conjunto: quedo a su entera disposición para aportar en lo que haga falta. Mientras tanto, guardado en casa, solo tengo palabras de agradecimiento y una linda sensación de que vamos a poder salir adelante. Eso sí, juntos, como siempre tuvo que ser.