El drama tech está en la cresta de la ola y cae como una advertencia de fácil consumo en el momento en el que pareciera que la fiesta de los unicornios ha llegado a su fin. Un repaso sobre tres series que confirman que es tiempo de pensar más como camellos que como unicornios.
Hoy decreté que llegaría el fin de la voraz maratón de dramas tech en los que invertí un centenar de horas y que me han sumergido en un mundo de personajes hipnóticos, despilfarros desenfrenados y romances tormentosos entre CEOs e Inversores. Ay, la dulce melodía del VC diciendo un número con tres comas. El trajín fue el siguiente: WeCrashed, Super Pumped, The Dropout y 6 temporadas de Silicon Valley como para compensar la locura de los emprendedores narcisistas con un poco de adorable torpeza entre 0s y 1s.
El subgénero drama tech está en la cresta de la ola y cae como una advertencia de fácil consumo en el momento en que pareciera que la fiesta de los unicornios ha llegado a su fin. La estelaridad de programadores pasó de la realidad a la pantalla, y los genios introvertidos y medio enclenques, se elevó por sobre la hegemonía Ken reinante. Esos, a quienes les robaban el almuerzo, ahora te comen en un sándwich.
Casi como una resignificación del far west en donde los caballos fueron reemplazados por unicornios y los cowboys por CEOs mesiánicos, el novelón geek tiene una sinopsis que funciona como denominador común: la búsqueda desenfrenada, no de tierras, no de joyas, sino de inversiones.
WeCrashed narra el rise and fall de la startup que hizo del negocio de alquiler de oficinas, en plena poscrisis financiera, una religión y una filosofía con todos los condimentos del new age. Lo imperdible: el inefable Adam Neumann, Founder y CEO, predicando ante sus súbditos casi como un mantra el Thank god it’s monday y asumiendo que las fiestas y las frases de sobre de azúcar bastaban para estructurar un modelo de negocio rentable y sostenible. Shot de tequila de desayuno y fake it till you make it. Y, de hecho, WeWork terminó por convertirse en una marca global con un valor de 47 mil millones de dólares, antes de su estrepitosa caída claro, producto de una sobrevaloración made in la burbuja que su CEO infló y explotó.
El culto al líder | S01E666
Estas flamantes series, además de revelar el entramado de delitos y locuras de las grandes ligas del mundo tech, echan luz sobre una situación que marca la agenda actual y confirma la reflexión de muchos: es tiempo de pensar más como camellos que como unicornios, pues el horno no está para bollos. Y si bien estos casos delatan que la única motivación de estos personajes era convertirse en millonarios y en líderes referentes de la revolución tech, sin que importe tanto la app, su impacto económico, social o cultural, o el aporte de valor en la vida de las personas, no podemos reducir al mundo de la tecnología a esta seguidilla de narcisistas desbocados. Porque unicornios los hay de muchos tipos: con trencitas, con pelo rosa, con glitter en la frente. Chiste.
La avaricia se disfraza de disrupción y el hambre por convertirse en el próximo Zack, Elon o Jeff nubla cualquier signo de humanidad. De personas pasan a personajes y todos esos valores que imprimen en sus pancartas solo quedan en eso, pancartas. El modelo de líder que retratan trastocó los principios y misiones que supieron prevalecer en las incubadoras de talento tech.
Pero más allá de los giros dramáticos y los permisos en pos del golpe efectista de las series, ¿en dónde radica la fascinación que provocan los unicornios? En gran parte, por el nombre gancho que le pusieron a algo que ya existía y que todo el imaginario colectivo tiende a adjudicar una épica exagerada y que hizo que cambiaran los objetivos de muchos emprendedores tech: no quiero crear una app que democratiza o resuelve x cuestión para la sociedad, quiero ser un unicornio, lustrar mi cuerno con billetes y dar charlas Ted vistiendo sobriamente.
Un poco de revisionismo histórico: el término lo acuñó Aileen Lee, fundadora de Cowboy Ventures, y se utilizó por primera vez en 2013 y cito: “define a una compañía tecnológica que alcanza el valor de 1.000 millones de USD en algún momento de su proceso de levantamiento de capital, sin llegar a cotizar en bolsa”. Tanta connotación mitológica no es azarosa, justamente viene a explicar que, por fantástico que parezca, un puñado de compañías – creo que hoy son como 300 - han logrado alcanzar el objetivo.
La moraleja: está buenísimo que haya rondas de inversión que posibiliten que las scale ups den ese salto de nivel, pero el uso del capital debe ser eficiente y no debe desviarse del propósito original.
Otro caso emblemático es el de Uber, que majestuosamente retrata la serie Super Pumped y se centra, también, en el ascenso y caída en desgracia (es billonario y está tomando margaritas en Bali mientras nosotros nos morimos de frío, pero se entiende) del ex CEO y Founder de la app que cambió el modelo de transporte privado y urbano para siempre. El genio maligno de la tecnología, el jinete del unicornio más salvaje de todos, el espía de los mortales y el misógino corporativo se enfrenta a las más variadas acusaciones en un relato esquizofrénico con la voz de Tarantino de fondo.
Lo bueno de estas series es que vienen a evangelizar sobre los peligros de la ganas locas de imitar a estos referentes de la modernidad, que tuvieron sus más de 15´de fama, pero se llevaron todo puesto en su camino. La carrera digital sin pausa a 220km/h tiene sus consecuencias y en la actualidad los pobres unicornios las están sintiendo más que nunca.
Covid-19, recesión global y un panorama económico poco auspicioso, hace que los inversores sean más cautos con sus monedas y que el escenario para la cría de unicornios ya no sea el óptimo. Me atrevería a decir que dejó de ser una actividad muy lucrativa y ese crecimiento a la velocidad de la luz que una vez fue magnífico hoy dio paso a priorizar un crecimiento sostenido y a largo plazo. El ecosistema con sede oficial en Sillicon Valley no se verá tan trastocado como el propio por estas latitudes. En Latam, los mercados son muy susceptibles a los golpes externos (en menos de dos años tuvimos una pandemia, somos testigos de una guerra y la inflación es el único unicornio dando vueltas).
Si bien el acceso al capital es más complicado y los emprendedores se chocan con más regulaciones que incentivos, llegó el momento de sacar del zoológico a otro animalito digital que será la estrella de la temporada: el camello. Esta vez, los reyes magos son los CEOs de las startups y su misión, y voy compartir una quote de MI CEO, alias Martín Calzetti que con sabias palabras explica que: “el mundo está frente a un desierto, y las startups nos tenemos que parecer más a los camellos que a los unicornios. Se vienen meses en los que sobrevivir va a ser la prioridad. Para esto, es esencial que las startups seamos ágiles y nos enfoquemos en:
▪️ Redefinir estrategias y enfocarnos en lo que genera valor.
▪️ Buscar formas de crecer de manera sostenible y a largo plazo.
▪️ Reducir el “burn rate”, que no quiere decir dejar de gastar, sino gastar de forma inteligente.
“En Seeds, desde el primer día entendimos que el camino iba a ser largo y que acompañar a un paradigma laboral aún incipiente en estas latitudes iba a llevar tiempo. Pero siempre creímos que con una propuesta clara, innovadora y sólida; con una perspectiva de crecimiento a largo plazo, y optando con convicción por el camino más seguro, íbamos a cumplir nuestros objetivos de manera exitosa” cierra MC.
¿Por qué camellos? Porque son capaces de sobrevivir durante largos períodos sin sustento, aguantar el calor extremo y adaptarse a variaciones imprevisibles del clima. ¿Cuáles son las características claves que deberían tener los modelos de negocio del nuevo Sahara?
1) Crecimiento equilibrado. Vale más la eficiencia que la velocidad.
2) Perspectiva a largo plazo. Supervivencia, modelo de negocio sólido, producto o servicio que la rompa y operación escalable. La fórmula de la Coca-Cola.
3) Diversificación en el modelo de negocio.
4) Capital de Riesgo sólo cuando la ocasión lo amerita, pero se privilegia una trayectoria de crecimiento sostenible.
4) Gastos equilibrados. No más descorche. Administración responsable, trabajo on-demand, eliminación de personal innecesario o focos de NO productividad.
5) Precios adecuados. Sin miedo.
Adiós que todavía me falta un capítulo.
XOXO
Lara
Seeds Team